maldiga quedará sujeto al fuego del infierno” (Mateo 5:21–22). El apóstol Juan repite esta verdad: “Todo el que odia a su hermano es un asesino, y ustedes saben que en ningún asesino permanece la vida eterna” (1 Juan 3:15). Hay, sin embargo, otro sentido según el cual nuestra ira es moral. La cometemos delante de Dios, coram Deo, ante Aquel que ve hasta las profundidades de nuestro ser.3 Su mirada penetra en nosotros y atraviesa nuestros motivos y creencias internos. Y seguro que el Dios que nos
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